Se cuenta que estaba Buda hablando sobre cuestiones espirituales a un grupo numeroso de personas, que le escuchaban atentamente tratando de aprender de su gran sabiduría.
En el
grupo se encontraba un hombre que había escuchado que Buda era alguien con una
paciencia que parecía no tener fin. Decidido a demostrar que él sería
capaz de hacer perder el control a Buda, tenía un plan para conseguirlo.
Una vez
Buda terminó de dar la charla, invitó a los asistentes a que expresaran sus
dudas y preguntas, momento que aprovechó el hombre que pretendía hacerle perder
la paciencia para comenzar a gritarle, profiriéndole todo tipo de insultos y
descalificaciones.
Buda se
quedó mirándole fijamente. Pocos segundos después, con gesto serio y firme,
bajó la mirada al tiempo pronunciaba en voz baja algunas palabras, una y otra
vez. El hombre que le insultaba, después de unos minutos, se cansó al ver que
no reaccionaba de ninguna manera y se calló.
Acto
seguido, Buda se acercó al hombre y le preguntó:
- “Si tú
le haces un regalo a un amigo y éste te dice que no lo puede aceptar, y te lo
devuelve, ¿a quién pertenece el regalo?
El hombre
totalmente sorprendido por la reacción de Buda y la pregunta, entró en el juego
pensando que podría aprovechar para tratar de conseguir de nuevo su objetivo.
Así que le respondió:
- “El
regalo me pertenecería a mí, ya que mi amigo lo ha rechazado.”
Antes de
que el hombre pudiera continuar, Buda le contestó:
- “Y si yo
no acepto tus insultos, ¿a quién le pertenecen?”
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